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martes, 25 de agosto de 2020
Moana (Vaiana – Princesa Disney)
Moana vivía con su familia en la bonita isla de Motunui, que estaba rodeada por un mar reluciente con un arrecife de coral. El papá de Moana era el jefe Tui.
Tui quería que su pueblo se sintiera seguro y feliz. Lo que más temía era que alguien navegara más allá del arrecife, ya que era muy peligroso.
Tala, que era la abuela de Moana, un día contó una leyenda a los niños de la aldea.
Una vez existió una isla que era en realidad la diosa Te Fiti, de cuyo corazón brotaba la vida. Pero el semidiós Maui, celoso de su poder se llevó su corazón y huyó.
Entonces, el demonio Te Ka atacó a Maui y en medio de la lucha, el corazón se perdió en el mar.
A diferencia de los demás niños, que se asustaron, Moana quedó fascinada por la leyenda.
Más tarde, cuando Moana jugaba en la playa, una pared de agua la rodeó. La niña vio una piedra con una espiral y la cogió.
Entonces, el mar llevó a Moana a la orilla junto a sus padres. Mientras los tres se abrazaban, la niña perdió la piedra.
Cuando ya se habían ido, Tala salió de entre unos arbustos, recogió la piedra y la insertó en su colar: ¡era el corazón de Te Fiti!
Muchos años después, cuando Moana cumplió dieciséis años, su padre la llevó a la cima de la montaña más alta de la isla.
–Un día, tú también pondrás una piedra aquí y serás la jefa de Motunui –le explicó.
Ese mismo día, Tala llevó a su nieta a una cueva secreta que estaba llena de barcas. Le contó que, cuando Maui robó el corazón de Te Fiti, la oscuridad y los monstruos invadieron los mares y los antiguos jefes prohibieron navegar.
–Para que la oscuridad no llegue a la isla, debes encontrar a Maui y lograr que devuelva el corazón a Te Fiti –le explicó Tala mientras le daba la piedra.
Cuando regresaron a la aldea, Tala se puso muy enferma.
–Ve –susurró a su nieta con sus últimas fuerzas.
Moana adentró en el océano con una de las barcas de la cueva. De repente, se desató una tormenta y Moana naufragó en una isla extraña. Entonces una sombra cayó sobre ella…
…¡era Maui! Pero el semidiós no quería devolver el corazón de Te Fiti, sino buscar el anzuelo mágico que había perdido. Maui encerró a Moana en una cueva y se fue con su barca.
Como Moana no quería dejar escapar a Maui, salió de la cueva y se zambulló en el mar.
Para su sorpresa, el océano la llevo hasta la barca.
–¡Tienes que devolver el corazón! Grito a Maui que seguía sin querer ayudarla, y Maui como no pues alucinó.
De pronto, los atacaron los kakamora, unas pequeñas criaturas con armaduras de coco. Moana y Maui lucharon juntos contra ellos y lograron huir.
Al ver lo valiente que había sido Moana, Maui acepto ir en busca de Te Fiti. Pero primero quería recuperar su anzuelo, en manos de Tamatoa, un cangrejo gigante que vivía en Lalotai, el reino de los monstruos. De camino allí, Maui enseño a Moana todo lo que sabía sobre navegación.
Cuando llegaron al oscuro reino de Lalotai, Moana encontró el anzuelo. Pero no pudo acercarse a él porque apareció Tamatoa.
Moana distrajo al monstruoso cangrejo y recuperó el anzuelo de Maui.
Antes de que Tamatoa reaccionara, un géiser expulsó a Moana y a Maui del reino de Lalotai y pudieron escapar.
Moana y Maui convertido en halcón gracias al anzuelo, reemprendieron el viaje. Cuando estaban a punto de llegar a la isla de la diosa Te Fiti, apreció Te Ka. El demonio golpeo a Maui, que al caer al agua recuperó su forma humana. Moana lo rescató y se dirigieron de nuevo hacia la isla.
–¡No lo lograremos! ¡Da la vuelta! –gritó Maui.
Te Ka intentó aplastar la barca de un puñetazo, pero el semidiós lo detuvo con su anzuelo.
Una gran ola los alejó de la isla. Maui, estaba furioso porque Te Ka había roto su anzuelo, se convirtió de nuevo en halcón y se marchó volando.
Con lágrimas en los ojos, Moana dijo al océano:
–He fracasado. Tendrás que buscar a otra persona. Y, derrotada, lanzó el corazón de Te Fiti al agua.
Entonces, apareció el espíritu de Tala. Le recordó que no era Maui quien debía devolver el corazón a Te Fiti, sino ella. Mientras hablaban, las rodeaban cientos de embarcaciones fantasmas de los ancestros de Moana.
–¿Sabes quién eres? –le preguntó su abuela.
Moana supo lo que debía hacer y se lanzó al océano para recuperar el corazón de Te Fiti.
Cuando lo encontró, volvió a la barca y puso otra vez rumbo a la isla. Pero Te Ka se interpuso en su camino, lanzándole llamaradas de lava. Por suerte, ¡llegó el halcón Maui!
Mientras Maui se enfrentaba a Te Ka, Moana llegó a Te Fiti. Pero en lugar de la diosa isla, ¡sólo encontró un cráter vacío! Moana se puso a tararear la canción de sus ancestros. Al oírla, Te Ka se detuvo ante ella. De pronto, el monstruo ya no le parecía tan aterrador.
Moana apoyó la frente contra la de Te Ka y le devolvió el corazón. El monstruo se transformó y de su interior brotó Te Fiti. La isla madre abrió la mano y mostró el anzuelo, ya reparado, de Maui. ¡Y la vida volvió a la isla!
Maui se despidió de Moana y, convertido en halcón, emprendió el vuelo. La muchacha regresó a Motunui. Por fin sabía quién era: una exploradora del océano destinada a guiar a su pueblo.
FIN
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