¡Bienvenidos a conocer historias que estimulan la imaginación, el conocimiento y los valores!
jueves, 27 de mayo de 2021
Blanca Nieves y los Siete Enanitos
Resumen: Apacible y animada ama de casa que disfruta haciendo las labores del hogar de 7 hombres. Odiada y envidiada por su belleza, conseguirá todo lo que anhela y la protección que necesita gracias a su príncipe. Sin embargo, es el ejemplo de un carácter dulce, un temperamento animado y cariñoso y una mujer que lucha y se esfuerza por hacer cambiar los malos hábitos de los simpáticos enanitos.
miércoles, 26 de mayo de 2021
El Oso Dormilón
martes, 25 de mayo de 2021
El Zapatero y los Duendes
La moraleja del cuento “Los duendes y el zapatero” es que hay que ser agradecido con lo que se tiene para que la vida nos de más.
lunes, 24 de mayo de 2021
Tres Cerditos y Cuentos de Lobos
- Esfuerzo. Sin esfuerzo o por el camino fácil las cosas no se pueden conseguir. Así le paso a los dos primeros cerditos que decidieron construir su tienda (casa) usando el camino fácil y al final quien tuvo la mayor recompensa fue el cerdito que aunque duró más y trabajo más , pensó mejor las cosas.
- Solidaridad. Los cerditos se solidarizaron unos con otros ya que, cuando el primer cerdito perdió su tienda (casa), su hermano le dejó entrar en su tienda (casa), sin ningún problema ni exigiéndole nada a cambio, cosa que, si hubiera sido egoísta, no le hubiera dejado entrar para que el lobo no le comiera. Lo mismo podemos decir del tercer cerdito que les abrió la puerta a sus hermanos para que entraran cuando el lobo les perseguía.
jueves, 20 de mayo de 2021
miércoles, 19 de mayo de 2021
El tesoro más grande
1.
¿Quiénes fueron con Pedro a
buscar el tesoro?
2.
¿Qué lugares recorrieron?
3.
¿Cuál era el tesoro que
habían encontrado?
Importancia del trabajo en equipo
Trabajar en equipo es el esfuerzo integrado de un conjunto de personas para la realización de un proyecto. Trabajar en equipo implica la coordinación de 2 a más personas
orientadas para el alcance de objetivos comunes. Cada miembro debe
aportar para la realización de una parte del trabajo.
Hadas gemelas
lunes, 17 de mayo de 2021
El León, El Ratón y El Oso Soñoliento
Preguntas de comprensión:
1. ¿Qué favor le pidió el ratón al león?
2. ¿Quién tenía pulgas?
3. ¿Quién ayudó al león?
4. ¿Qué le pasó al oso luego de despertar?
viernes, 14 de mayo de 2021
La Historia de Llivan
En un país llamado Colombia, cerca de la cordillera de los Andes, habitaba una tribu indígena que llevaba muchísimos años instalada en esas tierras. Sus miembros eran personas sencillas que convivían pacíficamente, hasta que un día el grupo de los jóvenes se reunió en asamblea y tomó una terrible decisión: ¡expulsar del poblado a todos los ancianos!
Los arrogantes muchachos declararon que los viejecitos se habían convertido en un estorbo para el buen funcionamiento de la comunidad porque ya no tenían fuerzas para cargar los sacos de semillas y porque sus movimientos se habían vuelto tan torpes que necesitaban ayuda incluso para comer o asearse. Por estas razones, aseguraron, era necesario echarlos para siempre.
Tan solo un chico bueno y generoso llamado Llivan creyó que se estaba cometiendo una gran injusticia y se rebeló contra los demás:
– ¿Están locos? ¡No podemos hacer esa barbaridad! Les debemos todo lo que somos, todo lo que poseemos. Ellos siempre nos han ayudado y ahora somos nosotros quienes debemos cuidarlos con amor y respeto.
Desgraciadamente ninguno se conmovió y Llivan tuvo que contemplar horrorizado cómo los ancianos eran obligados a abandonar sus hogares.
– ¡Esto es horrible! Nadie se merece que le traten así.
Cuando los vio alejarse del pueblo con la cabeza agachada y arrastrando los pies, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Sin pararse a pensar, echó a correr hasta alcanzarlos.
– ¡Esperen, por favor, esperen! Si me lo permiten iré con ustedes para que se sientan más seguros y ayudarles a buscar un buen lugar donde vivir.
El de más edad sonrió y aceptó la propuesta en su nombre y el de los demás.
– Claro que sí, Llivan. Tú eres un buen muchacho y no un canalla. Agradecemos mucho tu compañía y toda la ayuda que nos puedas proporcionar.
– ¡Oh no, no me den las gracias! Siento que es mi deber, pero les aseguro que lo hago con gusto.
Llivan se puso al frente y los dirigió hacia un cálido y hermoso valle rodeado de montañas. Tardaron varias horas, pero mereció la pena.
– ¡Este es el lugar elegido para montar el nuevo poblado! La tierra es fértil, ideal para cultivar. Además, está atravesado por un río en el que podremos pescar a diario. ¿No les parece perfecto?
El más anciano reconoció que la elección era excelente.
– Tienes buen ojo, Llivan. Ciertamente es un paraje maravilloso.
Llivan respiró hondo y llenó sus pulmones de aire puro.
– ¿Pues qué estamos esperando? ¡Manos a la obra!
Durante semanas el muchacho trabajó a un ritmo frenético, construyendo casas de barro, madera y paja durante el día, y fabricando artilugios de caza y pesca a la luz de la hoguera al caer la noche. Era el único que tenía fuerza física para realizar las tareas más duras, pero los ancianos, que poseían la sabiduría y experiencia de toda una vida, también ponían su granito de arena dirigiendo las obras.
Gracias a los buenos consejos de los mayores y al gran esfuerzo de Llivan, el objetivo se consiguió antes de lo esperado. Mientras tanto, en la otra tribu, los jóvenes tomaron el mando y todo se descontroló, principalmente porque ignoraban cómo se hacían las cosas y no habían ancianos a los que pedir consejos. Esto era muy grave sobre todo si alguien caía enfermo, pues los remedios a base de plantas medicinales solo los conocían los abuelos y allí no quedaba ni uno. Donde antes había paz y bienestar, ahora reinaba el caos.
——–
Pasaron unos años y Llivan se convirtió en un adulto sano y fuerte. Su vida con los ancianos era feliz y solo echaba en falta una cosa: formar su propia familia. Por esa razón, un día decidió expresarles sus sentimientos.
– Queridos amigos, saben que soy muy dichoso aquí, pero la verdad es que también me gustaría casarme y tener hijos. El problema es que en este poblado no hay ninguna mujer. Como ustedes son como mis padres quiero pedirles permiso para ir al pueblo de los jóvenes. ¡Quién sabe, quizás allí pueda conocer alguna chica especial!
El que siempre daba el visto bueno le dio una palmadita en el hombro y expresó su conformidad:
– ¡Por supuesto que tienes nuestra aprobación! Nosotros te adoramos, pero es normal que quieras enamorarte, casarte y tener hijos. Anda, ve y busca esa esposa que tanto deseas, pero por favor, ten mucho cuidado.
– ¡Gracias, muchas gracias, les llevaré en mi corazón!
Después de repartir un montón de abrazos, Llivan tomó rumbo a su antigua aldea. Era casi de noche cuando puso un pie en ella y no pudo evitar emocionarse.
– ¡Oh, cuántos años sin ver el lugar donde nací! Pero… ¿por qué está todo tan sucio y destartalado? ¡Me temo que aquí pasa algo raro!
Estaba intentando comprender qué sucedía en el instante en que se le echaron encima varios hombres que le apresaron y ataron a un árbol. El que parecía el líder, le gritó al oído:
– Te hemos reconocido, Llivan… ¿Cómo te atreves a volver? ¡Tú, que hace años nos traicionaste!
Llivan se percató de que estaba ante el grupo que había expulsado a los viejecitos y enrojeció de ira.
– ¿Qué yo los traicioné? ¡Son unos desvergonzados y cobardes! ¡Suéltenme ahora mismo!
El jefecito se río y dijo en tono burlón:
– ¡Uy, sí, creerás que soy tan tonto! Ahora mandamos nosotros, y mira por donde, eres nuestro prisionero. En cuanto amanezca, tendrás tu merecido.
Dicho esto se alejaron unos cincuenta metros y se sentaron en grupo, a comer y beber sin medida. Aprovechando que estaban entretenidos y no le hacían ni caso, Llivan trató de liberarse, pero ¡las cuerdas apretaban demasiado!
Estaba a punto de resignarse cuando de entre las sombras apareció una mujer de ojos negros y cabello rizado hasta la cintura que, sin hacer ruido, se acercó a él y le susurró:
– ¿Quién eres tú y qué haces atado a un tronco?
Llivan también le contestó en tono bajito.
– Me llamo Llivan y crecí en este poblado, pero cuando hace años desterraron a los ancianos me fui con ellos. Hoy he regresado a este lugar que tanto amo, pero nada más al llegar he sido capturado por esa gentuza que ves allí.
La muchacha miró de reojo al grupo de hombres, temerosa de que la descubrieran.
– Llivan… Llivan… Sí, claro, me acuerdo de ti. Bueno, en realidad todo el mundo en esta zona conoce tu historia.
– ¿Ah, sí? Y dime, ¿qué tal van las cosas en la tribu?
– ¡Pues la verdad es que fatal! Esos tipos no son buenos y no tienen ni idea de gobernar. Por su culpa la gente es cada vez más pobre e ignorante.
– ¿Echaron a los ancianos y encima llevan años comportándose como tiranos? Lo siento, pero no entiendo porque aceptaste sus normas…
– No, no las aceptamos, pero siempre van armados y nadie se atreve a enfrentarse a ellos. ¡No podemos hacer nada más que aguantar!
– ¡Pues creo que ha llegado la hora de poner fin a esta indecencia! Si me ayudas a escapar lo solucionaré… ¡Te lo prometo!
La mujer clavó sus ojos en los de Llivan y sintió que estaba siendo sincero. Sin dudarlo, desató la cuerda que ataba sus manos.
– ¡Vamos a mi casa, allí estarás seguro!
Se fueron sigilosamente y llegaron a una choza pequeña y humilde. Junto a la entrada, tumbado en una hamaca polvorienta, estaba su hermano pequeño.
– Querido hermanito, escúchame con atención: mi amigo Llivan va a ayudarnos a deshacernos de esos déspotas que tienen a todo el pueblo dominado, pero necesitamos tu colaboración.
– Eso está bien, pero… ¿qué es lo que tengo que hacer?
Llivan tenía muy claros los pasos a seguir.
– Por favor, avisa a todos los vecinos ¡Quiero que vengan aquí cuanto antes!
– De acuerdo, no tardaré.
Minutos después, decenas de personas escuchaban el discurso de Llivan bajo la pálida luz de la luna.
– Amigos, este era un pueblo próspero. Han pasado los años y miren el resultado: son más infelices y viven mucho peor que antes.
Todos asintieron con la cabeza reconociendo que lo que decía era cierto.
– Echar a los ancianos fue un error, pero creo que todavía hay solución. ¡Vamos a hacer que los gobernantes se arrepientan! Para ello necesito que cada uno de ustedes coja una ortiga del campo.
No sabían que pretendía Llivan, pero obedecieron sin rechistar; después, se fueron en busca de los dictadores y los encontraron tirados en el suelo, profundamente dormidos. Llivan dio la orden de actuar.
– Están roncando como leones… ¡Es nuestra oportunidad! Vamos a desnudarlos y a esperar.
Les quitaron las ropas en un santiamén y aguardaron unos minutos a que el frío de la noche los despertara. Cuando los individuos abrieron los ojos se encontraron rodeados por más de cien personas con cara amenazadora y una ortiga en la mano. ¡No tenían escapatoria!
Entonces, Llivan alzó la voz:
– Hace años cometieron una injusticia tremenda con nuestros mayores, y por si eso fuera poco, arruinaron nuestro pueblo. ¡Son unos auténticos irresponsables! Si no quieren que frotemos sus cuerpos con ortigas, reconozcan el error y pidan disculpas ahora mismo.
Los hombres se miraron aterrados y ni lo dudaron: se pusieron de rodillas y llorando como niños pidieron perdón entre lagrimones.
– A partir de ahora van a respetar a todas las personas por igual y trabajarán en beneficio de la comunidad hasta que el pueblo vuelva a ser un lugar floreciente.
El aplauso fue unánime.
– Gracias, muchas gracias, amigos, pero falta lo más importante: que regresen los abuelos que un día tuvieron que abandonar su hogar.
Llivan escuchó que todos estaban de acuerdo y sintió que había dicho y hecho lo correcto.
– En cuanto salga el sol iré por ellos. Espero que cuando vuelvan les traten con el amor y respeto que merecen.
Tres días después, los abuelitos entraron en su antiguo pueblo y fueron recibidos con aplausos, abrazos y besos. El momento de felicidad colectiva que se vivió fue único e irrepetible.
——–
¡Al fin todo volvía a ser como antes! Bueno, todo no, porque para Llivan las cosas fueron aun mejor. Por unanimidad fue elegido gobernador del pueblo y, al llegar la primavera, se casó con la hermosa muchacha que le había ayudado a acabar con la injusticia. Dice la historia que formaron una familia numerosa y fueron felices para siempre.
jueves, 13 de mayo de 2021
Los Cinco Guisantes
Todos somos iguales porque tenemos los
mismos derechos y, a la vez, todos tenemos diferencias que forman parte
de nuestro origen o de nuestra historia personal.
Cada persona
tiene sus propias emociones, cultura, lengua, en fin, una serie de valores que son
parte de la propia identidad. Cada persona es un ser único.
Pero nos
diferencian nuestras costumbres, nuestra forma de vestirnos, nuestros gustos,
la forma de hablar, de pensar, las creencias religiosas, la edad, e incluso
aquellas cosas en las que cada uno de nosotros destaca por encima de los otros.
Todas esas diferencias nos hacen ser personas únicas.
Por otra parte, creer en ti mismo es lo que
hace falta para iniciar el camino que te llevará a conseguir lo que
deseas. No hay mayor seguridad ni mayor
nivel de confianza que el te aportas a ti mismo. ¡Confía en ti!
miércoles, 12 de mayo de 2021
El Rey Sabio
Hace muchos, muchos años en una ciudad de Irán llamada Wirani, hubo un rey que gobernaba con firmeza su territorio. Había acumulado tanto poder que nadie se atrevía a cuestionar ninguna de sus decisiones: si ordenaba alguna cosa, todo el mundo obedecía sin rechistar. ¡Llevarle la contraria podía tener consecuencias muy desagradables!
Podría decirse que todos le temían, pero como además era un hombre sabio, en el fondo le respetaban y valoraban su manera de hacer las cosas.
En Wirani solo había un pozo pero era muy grande y servía para abastecer a todos los habitantes de la ciudad. Cada día centenares de personas acudían a él y llenaban sus vasijas de barro para poder beber y asearse. De la misma manera, los sirvientes del rey recogían allí el preciado líquido para llevar al palacio. Así pues, el pobre y el rico, el rey y el aldeano, disfrutaban de la misma agua.
Sucedió que una noche de verano, mientras todos dormían, una horripilante bruja se dirigió en silencio al pozo. Lo tocó y comenzó a reírse mostrando sus escasos dientes negros e impregnando el aire de un aliento que muy mal. ¡Estaba a punto de llevar a cabo una de sus maquiavélicas artimañas y eso le divertía mucho!
– ¡Ja, ja, ja! ¡Estos pueblerinos se van a enterar de quién soy yo!
Debajo de la falda llevaba una bolsita, y dentro de ella, había un pequeño frasco que contenía un líquido amarillento y pegajoso. Lo cogió, desenroscó el pequeño tapón, y dejó caer unas gotas en el interior del pozo mientras susurraba:
– Soy una bruja y como bruja me comporto ¡Quien beba de esta agua se volverá completamente loco!
Dicho esto, desapareció en la oscuridad de la noche dejando una pequeña nebulosa de humo como único rastro.
Unas horas después los primeros rayos del sol anunciaron la llegada del nuevo día. Como siempre, se escucharon los cantos del gallo y la ciudad se llenó del ajetreo diario.
¡Esa mañana el calor era sofocante! Todos los habitantes de Wirani, sudando como pollos, corrieron a buscar agua del pozo para aplacar la sed y darse un baño de agua fría. Curiosamente, nadie se dio cuenta de que el agua no era exactamente la misma y algunos hasta exclamaban:
– ¡Qué delicia!… ¡El agua del pozo está hoy más rica que nunca!
Todos la saborearon excepto el rey, que casualmente se encontraba de viaje fuera de la ciudad.
Pasó el caluroso día, pasó la noche, y el nuevo amanecer llegó como siempre, pero lo cierto es que ya nada era igual en la ciudad ¡Todo el mundo había cambiado! Por culpa del hechizo de la bruja, hombres, mujeres, niños y ancianos, se levantaron nerviosos y haciendo cosas disparatadas. Unos deliraban y decían cosas sin sentido; otros comenzaron a sufrir alucinaciones y a ver cosas raras por todas partes.
No había duda… ¡Todos sin excepción habían perdido el juicio!
El rey, ya de regreso, fue convenientemente informado de lo que estaba sucediendo y salió a dar un paseo para comprobarlo con sus propios ojos. Los ciudadanos se arremolinaron en torno a él, y al ver que no se comportaba como ellos, empezaron a pensar que se había vuelto loco de remate.
Completamente trastornados salieron corriendo en tropel hacia la plaza principal para decirse unos a otros:
– ¿Se han dado cuenta de que nuestro rey está rarísimo? ¡Yo creo que se ha vuelto loco!
– ¡Sí, sí, está como una cabra!
– ¡Tenemos que expulsarlo y que gobierne otro!
Imagínate un montón de personas fuera de control, totalmente enloquecidas, que de repente se convencen de que las chifladas no son ellas, sino su rey. Tanto revuelo se formó que el monarca puso el grito en el cielo.
– ¡¿Pero qué está pasando?! ¡Todos mis súbditos han perdido el seso y piensan que el que está loco soy yo! ¡No puede ser!
A pesar de la difícil papeleta a la que tenía que enfrentarse, decidió mantener la calma y reflexionar. Rápidamente, ató cabos y sacó una conclusión que dio en el clavo:
– Ha tenido que ser por el agua del pozo… ¡Es la única explicación posible! Sí, está claro que todos han bebido menos yo y por eso me he salvado… ¡Apuesto el pescuezo a que esto es cosa de la malvada bruja!
Mientras reflexionaba, vio de reojo a un alfarero que llevaba una jarra de barro en la mano.
– ¡Caballero, présteme la jarra!
– ¡Aquí tiene, majestad, toda suya!
El monarca la agarró por el asa, apartó a la gente a codazos y dando grandes zancadas se plantó frente al pozo de agua sin ningún tipo de temor. Los habitantes de Wirani se apelotonaron tras él conteniendo la respiración.
– Así que pesaban que el loco soy yo ¿verdad? ¡Pues muy bien, ahora mismo voy a poner solución a esta desquiciante situación!
El rey metió la jarra en el pozo y le añadió unas gotas mágicas para demostrar que el agua estaba alterada por un hechizo de la malvada bruja. Las personas del pueblo se sorprendieron mucho. El rey con ayuda de un científico pudieron limpiar el agua. La malvada bruja fue a prisión por el resto de su vida.
Finalmente, todo volvió a la normalidad en el pueblo y el rey continuó gobernando.
martes, 11 de mayo de 2021
LAS HERMANAS GEMELAS
Preguntas de comprensión:
1.
¿Cómo
se llaman las hermanas gemelas?
2.
¿Qué
les pasó a las gemelas después de sus 10 años, al querer salir a jugar?
3.
¿Qué
les dijo su padre a las gemelas sobre qué pueden hacer los niños y las niñas?
4.
¿Qué
lección le enseñaron las gemelas y su padre al pueblo?
viernes, 7 de mayo de 2021
La Perezosa
Vocabulario:
Honestidad – quiere decir que no vamos
a mentir, robar, engañar o hacer trampa, aun cuando esto nos pueda producir algún
beneficio.
Responsable – que es consciente de sus
obligaciones y actúa conforme a ellas.
Perezosa – negligente, descuidado o
flojo en hacer lo que debe o necesita ejecutar.
Preguntas de comprensión:
¿Cómo era la personalidad de las
hermanas?
¿Qué les pidió el padre a sus hijas
para que asuman más responsabilidades?
¿Cómo le fue a la chica responsable con
su trabajo?
¿Cómo recompensaron las hadas a la chica
responsable?
¿Qué le pasó a la chica perezosa por
entrar a la séptima habitación?
¿Cómo terminó esta historia?
martes, 4 de mayo de 2021
La tortuga
Este cuento fomenta el
autocontrol.
El autocontrol es la capacidad
que tenemos de controlar nuestras reacciones y emociones en cualquier
situación.
La falta de autocontrol lleva a:
v La ira
v Ser irracional
v Los insultos
v La desesperación
v El estrés
v Las reacciones impulsivas
Fragmentos
El abrazo es una de las necesidades humanas más
importantes en nuestra interacción con los demás. Los abrazos y el contacto físico en general disminuyen la
producción de cortisol, que es responsable del estrés y favorecen la producción
de serotonina y dopamina, responsables de la sensación de bienestar y
tranquilidad.
jueves, 29 de abril de 2021
Roberto el escultor de nubes
Preguntas
de comprensión:
1.
¿Cómo se llama el niño?
2.
¿Qué apuntaba el
niño en su libreta roja?
3.
¿Qué hacía el
extraño hombre en la escalera verde?
4.
¿En qué consiste el
trabajo del escultor de nubes?
5.
¿Cuál era el color
favorito de Roberto?
6.
¿Quiénes son los
únicos que pueden ver al escultor de nubes?
7.
¿Qué decía, en color
rojo, la nube en forma de árbol?
miércoles, 28 de abril de 2021
La Gallinita Roja
Había una vez una granja donde todos los
animales vivían felices. Los dueños cuidaban de ellos con mimo y no les faltaba
nada. En cuanto el gallo anunciaba la salida del sol, todos se ponían en marcha
y realizaban sus funciones con agrado. Siempre tenían a su disposición
alimentos para comer y un lecho caliente para descansar.
El terreno que rodeaba la casa principal
era muy amplio y con suficiente espacio para que los caballos pudieran trotar,
los cerdos revolcarse en el barro y, las vacas, pastar a gusto. Entre las patas
de los grandes animales siempre correteaba algún pollito que se esmeraba en
aprender a volar bajo la mirada atenta de las gallinas.
Una de esas gallinitas era roja y se
llamaba Marcelina. Un día que estaba muy atareada escarbando entre unas
piedras, encontró un grano de trigo. Lo cogió con el pico y se quedó pensando
en qué hacer con él. Como era una gallina muy lista y hacendosa, tuvo una idea
fabulosa.
– ¡Ya lo tengo! Sembraré este grano e
invitaré a todos mis amigos a comer pan.
Contentísima, fue en busca de aquellos a los que más
quería.
– ¡Eh, amigos! ¡Miren lo que acabo de encontrar! Es un
hermoso grano de trigo dorado ¿Me ayudan a plantarlo?
– Yo no – dijo el pato.
– Yo no – dijo el gato.
– Yo no – dijo el perro.
– Está bien – suspiró la gallinita roja – Yo lo haré.
Marcelina se alejó un poco triste y buscó el lugar
idóneo para plantarlo. Durante días y días regó el terreno y vigiló que ningún
pájaro merodeara por allí. El trabajo bien hecho dio un gran resultado. Feliz,
comprobó cómo nacieron unas plantitas que se convirtieron en espigas repletas
de semillas.
¡La gallina estaba tan contenta!… Buscó a
sus amigos e hizo una reunión de urgencia.
– Queridos amigos… Mi semilla es ahora una preciosa
planta. Debo segar y recoger el fruto. ¿Me ayudan?
– Yo no – dijo el pato.
– Yo no – dijo el gato.
– Yo no – dijo el perro.
– En fin… Si no quieren echarme una mano, tendré que
hacerlo yo solita.
La pobre Marcelina se armó de paciencia y se puso
manos a la obra. La tarea de segar era muy dura para una gallina tan pequeña
como ella, pero con empeño consiguió su objetivo y cortó una a una todas las
espigas.
Agotada y sudorosa recorrió la granja para reunir de
nuevo a sus amigos.
– Chicos… Ya he segado y ahora tengo que separar el
grano de la paja. Es un trabajo complicado y me gustaría contar con ustedes
para terminarlo cuanto antes ¿Quién de ustedes me ayudará?
– Yo no – dijo el pato.
– Yo no – dijo el gato.
– Yo no – dijo el perro.
– ¡Vale, vale! Yo me encargo de todo.
¡La gallina no se lo podía creer! ¡Nadie quería
echarle una mano! Se sentó y con su piquito, separó con mucho esmero los granos
de trigo de la planta. Cuando terminó era tan tarde que solo pudo dormir unos
minutos antes del canto del gallo.
Durante el desayuno los ojitos se le cerraban y casi
no tenía fuerzas para hablar. Era tanto su agotamiento que apenas sentía
hambre. Además, estaba enfadada por la actitud de sus amigos, pero aun
así decidió intentarlo una vez más.
– Ya he sembrado, segado y trillado. Ahora necesito
que me ayuden a llevar los granos de trigo al molino para hacer harina ¿Quién
se viene conmigo?
– Yo no – dijo el pato.
– Yo no – dijo el gato.
– Yo no – dijo el perro.
– ¡Muy bien! Yo llevaré los sacos de trigo al molino y
me encargaré de todo.
¡La gallina estaba harta! Nunca les pedía favores. Se
sentía traicionada. Suspiró hondo y dedicó el día entero a transportar y moler
el trigo, con el que elaboró una finísima harina blanca.
Al día siguiente se levantó más animada. El trabajo
duro ya había pasado y ahora tocaba la parte más divertida y apetecible. Con
harina, agua y sal hizo una masa y elaboró deliciosas barras de pan. El
maravilloso olor a hogazas calientes se extendió por toda la granja. Cómo no,
los primeros en seguir el rastro fueron sus supuestos tres mejores amigos, que
corrieron en su busca con la esperanza de zamparse un buen trozo.
En cuanto los vio aparecer, la gallinita roja les miró
fijamente y con voz suave les preguntó:
– ¿Quién quiere probar este apetitoso pan?
– ¡Yo sí! – dijo el pato.
– ¡Yo sí! – dijo el gato.
– ¡Yo sí! – dijo el perro.
La gallina miró a sus amigos y les gritó.
– ¡Pues se van a quedar con las ganas! No pienso
compartir ni un pedazo con ustedes. Los buenos amigos están para lo bueno y
para lo malo. Si no supieron estar a mi lado cuando los necesité, ahora tienen
que asumir las consecuencias. Ya pueden irse porque este pan será solo para mí.
El pato, el gato y el perro se alejaron cabizbajos
mientras la gallina saboreaba el riquísimo pan recién horneado.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Moraleja: No esperes recompensa sin colaborar con el trabajo.