Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y
dispararlo hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar
ninguno. Un día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus
cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño
cohete de papel averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero
pensando que por fin tenía un cohete, comenzó a preparar un escenario para
lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles de todas las formas y colores, y
se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas
las estrellas y planetas para crear un espacio de papel. Fue un trabajo
dificilísimo, pero el resultado final fue tan magnífico que la pared de su
habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel,
hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular
escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en
casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar
con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete de papel,
con su escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando
con su viejo cohete. Entonces se dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando
jugaba con aquellos juguetes que él mismo había construido con esfuerzo e
ilusión.
Y así, aquel niño empezó a
construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se convirtió en el
mejor juguetero del mundo.
—————- Comprensión Lectora
—————
Preguntas:
1. ¿En dónde jugaba el niño con su cohete de
papel?
2. ¿Cómo era el lugar donde jugaba?
3. ¿Por qué crees que le gustaba tanto jugar
con su cohete de papel?
4. ¿Quién le regaló otro cohete?
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